domingo, 25 de diciembre de 2016

Lección decembrina (el juego de las canicas)



A la edad de doce años,  A. aprendió que en su categoría de menesteroso los mejores premios de esa fantasía mongólica denominada vida, estaban ya reservados, pero no para él. Tras unas cuantas faenas humillantes consiguió unas monedas que invirtió en el azar. El azar, que se manifestó en forma del juego de las canicas de la feria, fue categórico en su cátedra: "Tanto en el juego de las canicas, como en la vida misma, los mejores premios son y serán para otros, las baratijas son para ti". Tras la revelación A. desapareció entre la gentuza de feria con la cabeza pesada, el cuerpo vacío y con un  memorama de cartón mal impreso, que en conjunto intentaba representar a Leonardo, Rafael, Miguel Ángel y Donatello. Esa noche A. detestó hasta a sus héroes saurios de nombres renacentistas.

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