Cuando las abuelas no van a misa van al doctor. A veces van a hacer la compra, pero la mayoría de las veces se van al crematorio o al cementerio a rezar por otras abuelas que decidieron instalarse cómodamente en urnas o en féretros (según los gustos o los recursos disponibles). Cuando las abuelas se marchan, los hijos discuten un montón de temas dignos de un debate entre subnormales. Mientras tanto, los nietos van a las camas de las abuelas tratando de entender a dónde se van las abuelas, olfatean como roedores los pliegues de las sábanas, escalan despacio la cama y apoyan sus cabezas contra almohadones centenarios deseando ir a donde se han ido las abuelas. Cuando logran comprender que no volverán, es común escucharlos gritar: "¡regresa de inmediato so puta! y dime qué puta mierda hago yo aquí".
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